¿Medias o Medios?

De la época en que obreros y campesinos leían -escuchaban mientra alguien leíanoticias de lo que sucedía a su alrededor, y proclamas revolucionarios contra patronos y gobiernos; de la época en que los anarquistas eran todos y todas del sector de las artes gráficas; de la época en que el ser revolucionario era ser autodidacta, y un signo de cultura era saber leer y escribir… de esas épocas, ornadas de no pocos romanticismos. sólo quedan tesis y estudios históricos y justas reivindicaciones de una memoria aún en lucha por su reconocimiento y recuperación.

Ahora, plenamente inmersos en una sociedad de la desinformación, del conocimiento fragmentario, de la seducción publicitaria, de la estulticia mediática y de imágenes en alta definición en pantallas planas; las respuestas sociales combativas se expresan como ‘contrainformación’. Término este que no dice mucho de qué es lo que quiere decir. Contrainformación hace El Pais frente a El Mundo, y viceversa, cuando se trata de indagar en la corruptelas del contrario. Cosas del poder a fin de cuentas.

El anarcosindicalismo es la única corriente de pensamiento y acción social transformadora que al plantear ésta desde la necesidad de la implicación personal, de su autoformación, y del debate colectivo en igualdad, ha hecho suya como tarea principal la creación y el desarrollo de una cultura propia, con medios propios y siempre desde abajo: ateneos, labor editorial, cartelerísmo, y prensa libertaria, fueron sus instrumentos.

Ilustración de Juan Carlos Tejo

La pregunta es si estos instrumentos siguen siendo válidos aquí y ahora, con internet como paradigma de la inflacción informativa. Internet nos tiene profundamente embelesados y engañados. Creemos que no hay un cuerpo humano, de cualquier edad y condición, que no sepa usar y leer en internet. Creemos que en Internet siempre se dice la verdad. Creemos que Internet es siempre fuente de veracidad y contrastabilidad informativa. Creemos, finalmente, que la realidad social está escrita en la Red, y por lo tanto, la futura revolución deberá anunciar sus proclamas, razones y convocatorias en sus difusas redes sociales, en sus bitácoras y en su páginas webs.

Pero ahora sabemos que Internet también es un campo de batalla, que la creciente desigúaldad social crea élites expertas frente a una inmensa población telemáticamente analfabeta, y que la libertada de expresión también está en juego en la Red.

Sólo nos queda diversificar los frentes informativos, copiarnos unos de otros sí hasta la saciedad, hasta saturar-, apostar por el copyleft y el domino público, diseminar y difundir por todos los medios posibles (legales, alegales e ilegales) que debemos y podemos vivir de otros modos más libres e iguales que los actuales.

Entre el papel (prensa, carteles, folletos…) y lo virtual (blogs, redes sociales, webs) hay que establecer una relación de empatía y alimentación mutuos. No se trata tanto de que tengan diferentes audiencias a las que hay que satisfacer, como de que tienen distintos momentos y tiempos de lectura e implicación, individual y colectiva. Entre tanto, el reto es que nuestros mensajes críticos, combativos y alternativos lleguen a todo el mundo, estén en todos los lados, abarquen todas la situaciones.

Los muros de nuestras ciudades han de seguir estando encarteladas, nuestros folletos han de cubrir asfaltos y empedrados, nuestra prensa ha de estar en oficinas, talleres y fábricas. Y nuestros carteles, folletos, noticias y opiniones han de repetirse como un eco sin fin por todas las fisuras de Internet. No queda otra, no es cuestión de elegir, si lo que realmente buscamos es revolucionar conciencias y corazones.

Para ello hay que aprender del pasado y abrirse al futuro incierto. Hay que promover una extensa y tupida red de ateneos libertarios, autónomos y abiertos, que se configuren como espacios creadores y difusores de cultura libre y revolucionaria. Hay interrelacionar y dar a conocer los múltiples medios escritos que se generan en la Confederación: boletines de secciones sindicales. estatales y coordinadoras, blogs y páginas webs locales, sindicales e incluso personales). Y hay que potenciar que este medio, el Rojo y Negro, en su doble expresión (papel y virtual) pueda ser el contenedor y el catalizador de toda esa información generada.

Si además en un futuro próximo, nos dotamos de medios audiovisuales propios, y nos aliamos más estrechamente con el amplio espectro contrainformativo, estaremos en el camino de alentar y participar en la necesaria llama de la rebeldía contra el orden imperante.

Esta es en mi opinión la línea a seguir. A partir de aquí, lo que pasó con La Soli en 1978 es un capítulo más de una historia de inmadurez democrática, y de no poder distinguir entre lo sustancial y lo anecdótico.

Antonio Carretero

ANARCOSINDICALISMO HOY – Rojo y Negro 240 de noviembre de 2010
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